jueves, 1 de diciembre de 2011

La Agricultura En Benimantell


“Present i passat de Benimantell” (escrito en el año 1.977) , Página 16, 17 y 18,  Libro
 La agricultura ocupa únicamente el 23 % de la superficie total del término de Benimantell y aprovecha los sectores más llanos y las “hoyas”, mediante el sistema de bancales. En conjunto ofrece el aspecto de escalinatas de piedras o de márgenes de tierra. Los márgenes tienen el inconveniente de los derrumbes cuando es un año lluvioso; y siempre hacen difícil el trabajo y además crece mucha mala hierba que hay que segar a menudo.
Hay una gran predominio del secano sobre el regadío. Los cultivos más extendidos en la actualidad son el almendro, el olivo, los árboles frutales, el algarrobo y las hortalizas.
Se puede decir que ha habido una reconversión total, y que se ha pasado de una agricultura de subsistencia a otra comercial y monetaria con todas las consecuencias técnicas, de mecanización y sociales. “Por ejemplo, la relación tradicional con la tierra, en cierta medida alienada y de tipo personal -sentimental, encaja muy difícilmente con las nuevas formas de trabajo y de producción: en primer lugar, desde un punto de vista psicológico, no existen las mismas relaciones con la tierra cuando se la trabaja con la azada o se labra con el “macho”, que cuando se la trabaja con un tractor; en el primero caso, la atención va a la tierra misma, en el segundo caso a la máquina: la relación hombre-tierra ya no es directa, se interpone la máquina. En realidad, el tractor pasa a ser el «quien» trabaja la tierra, el hombre el que lleva el tractor. Este cambio de actitud no es aún general; peró los jóvenes tractoristas ya no tendrán nunca aquella actitud íntima y personal delante de la tierra como sus padres y abuelos que labraban con la mula.”
“Los jóvenes, deslumbrados delante de todo aquello que sea mecánico (hay que verlos como gozan reparando una moto o un tractor), tan solo aprecian el trabajo agrícola en tanto que este se tecnifica y se mecaniza. No es sólo, desde el punto de vista económico y de la productividad del trabajo, sino desde el psicológico y de la valoración del trabajo agrícola, que la síntesis tierra máquina es la única solución posible.»
Tiempo atrás predominaba el cultivo de la vid, hasta que la filoxera la extinguió, aproximadamente a principios de siglo XX.
Fue sustituida por el almendro, pero dejando muchos espacios para cereales, árboles frutales y olivo, ya existente desde los tiempos de los moros. Desde los años 60 ha desaparecido prácticamente toda otra clase de cultivo que no sea el almendro, haciendo nuevas plantaciones a los bancales ya existentes, o bien a los terrenos rescatados de los yermos y pinares. Pese a ello, el olivo continúa con la misma proporción de antes y bancales con suelo poco productivo y pedregoso han sido abandonados.
El almendro se ha convertido en el centro de la vida agrícola. Aquí los almendros crecen fácil y la cosecha es bastante regular dadas las características climatológicas. Hay almendros que llegan a tener una tronco de unos dos metros de circunferencia y una altura de 8 a 10 metros.
La propiedad de la tierra está muy repartida y predomina el régimen de explotación directa. No hay jornaleros de la tierra.
El trabajo agrícola ocupa más de la mitad de la población activa y es la fuente más importante de ingresos. Nadie abandona la tierra, si no es que abandona el pueblo. «La tierra no es  (en realidad ya empieza a serlo) un bien simplemente económico, un medio de producción como cualquier otro y basta. El campesino se proyecta sobre ella, se prolonga, y se expresa a través de ella» … «Recibe una proyección subjetiva: es “dura”, “agradecida” o “desagradecida”, etc., y puede ser objeto de amor o aversión. Está en cierta medida personalizada, y es la personalidad del labrador el sujeto de la transposición.»
«En relación con eso, entran las valoraciones del trabajo agrícola y de la vida rural: el pueblo ha estado aislado, pero no de manera total; es un sector heterónomo de la sociedad global y de la sociedad exterior; de la ciudad, han llegado ideas, técnicas, modos, imposiciones, funcionarios y expoliaciones. El exterior, la ciudad, es objeto al mismo tiempo de recelo y de admiración. Y la ciudad significa los no labradores, la gente que no trabaja la tierra» … «Gente que en un momento u otro ha engañado al labrador o se ha aprovechado (en la realidad histórica, o en la conciencia de la gente).»
«… los hombres se consideran “honrados” y “trabajadores”, y ser honrado quiere decir ser “buena persona”: decir la  verdad y no engañar nadie, no hacer daño y no meterse en los asuntos de los otros. Estas y el trabajo, son las cualidades fundamentales de un hombre. Y el trabajo, el trabajo por excelencia, es el trabajo agrícola.»
« Hay, pues, una conexión del trabajo con “ideales de valor personal”: la valoración del individuo a través del trabajo, y precisamente y sobre todo a través del trabajo agrícola.»
«El individualismo y la familia-centrismo son igualmente presentes en la organización del trabajo: no existen grupos de trabajo asociado o en comunidad, de manera regular e institucionalizada. Parece de toda manera, que el trabajo colectivo, en las condiciones de la economía agraria de la comarca, no presenta ventajas objetivas visibles. Y el funcionamiento de la tierra, la economía de autoconsumo y de subsistencia hacían de cada familia una unidad económica autónoma y casi cerrada. Por otro lado, cuando es preciso la ayuda de los otros, hay formas de intercambio de trabajo …»
«La pérdida de la autonomía municipal con la burocratización y la impersonalización de los ayuntamientos han minado la base de los intereses colectivos en la participación en los asuntos públicos y han dejado en juego, por tanto, únicamente los individuales y familiares.»
A causa de las transformaciones habidas, la población activa dedicada a la tierra, los labradores, han menguado considerablemente. La gente joven no ve demasiado perspectiva de futuro. Eso hace que haya un cierto pesimismo cara al futuro de la propia comunidad. A menudo podemos oír: «todo se quedará yermo», «aquí no hay nada a hacer», «la juventud no quiere trabajar la tierra y se va». «El pueblo, sin embargo, es consciente de dos dificultades, una interna y otra externa: “si nos agrupáramos, podríamos hacer muchas cosas; pero hay muchas envidias …”; y la despreocupación o poca eficacia en la acción de la sociedad y de los poderes públicos: “nadie se acuerda de nosotros …” Y eso, evidentemente, es ya otra cuestión». 
NOTATodos los parágrafos puestos entre comillas son citas del libro «Un Estudio de Antropología Social al País Valencia», de Joan F. Mira. Ediciones 62. Barcelona, 1974

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